La frustración y la desilusión recorre Oaxaca. El gatopardismo se hace evidente. Todo ha cambiado para quedar exactamente igual. La administración pública es un caos. Los partidos políticos se reparten los cargos de los gobiernos estatal y municipales. A la ausencia de liderazgo y conducción política, los funcionarios hacen lo que pueden, no lo que deben. Dice el refrán: en los principios están los fines. No se augura nada bueno para Oaxaca. La economía mundial está en picada y los efectos del maremoto financiero pronto repercutirá en la entidad. Han pasado más de cien días y no se ve el rumbo que tomará la nueva administración gubernamental. Ni pensar y ni hablar de un cambio. Si en cuestión política y económica las cosas no pintan bien, en materia cultural es una desgracia. Por fortuna, en Oaxaca hay una vida cultural animada por los propios artistas y promotores culturales independientes del gobierno.
Un ejemplo de ineptitud gubernamental se vive en Santa Cruz Xoxocotlán, donde el presidente municipal, José Julio Antonio Aquino por mero capricho simplemente no apoya a la banda de música infantil fundada por la profesora Carmen Luisa Pérez Ramírez. El ayuntamiento, por supuesto, nunca aportó dinero para que la banda se formara y ahora no la apoya para los niños y niñas continúen. En fin, cosas que siempre ocurren en Oaxaca.
Todos en Oaxaca presumimos de tener una enorme cantera de pintores: Tamayo, Toledo, Leyva, Hernández por solo mencionar a algunos. Sin embargo no nos pertenecen. Es decir, sabemos que existen pero están en el limbo, sabemos de ellos por los medios de comunicación, por lo que nos cuentan nuestros conocidos. En el sexenio pasado y los años que faltan de esta administración, la secretaria de cultura en manos del sobrino de su tío y herencia de Ulises Ruiz, un tal Webster, no ha hecho nada por acercarnos a los maestros oaxaqueños de la pintura. Por cierto, tampoco ha hecho nada por acercar a los escritores y poetas al pueblo oaxaqueño. No hay publicaciones populares de gran tiraje que expongan su obra y la crítica de ésta. Ahora que comento esto: ¿Qué se hizo en el sexenio pasado en materia de publicaciones? Pocas y malas…
A la deficiente tarea cultural de la administración ulisista, hoy enquistada en el gobierno del cambio, se suma la pésima tarea de las galerías de arte que solo comercian pero no tienen un programa que permita que los jóvenes y niños oaxaqueños conozcan a los creadores y creadoras de las artes plásticas reconocidas fuera de nuestras fronteras. Las galerías de arte en Oaxaca, que son muchas, solo atienden a clientes y poco les importa el resto de la sociedad. Son auténticos mercenarios de la cultura.
Por supuesto, no todas las galerías tienen como principal componente la venta de obras, las hay también comprometidas con la difusión de los artistas que representan. Un ejemplo claro de esto es la reciente inauguración de la exposición de obra gráfica de los maestros Toledo, Morales y Tamayo en la Galería Manos Mágicas que dirige el también artista Arnulfo Mendoza. Por cierto los invito a que pasen a ese centro cultural ubicado en la segunda calle del andador turístico.
El comercio no está reñido con la cultura ni ésta puede estar supeditada a los vericuetos de la burocracia. La cultura, viva, está en nosotros, en nuestras tradiciones, en todo acto que hacemos. Por fortuna la cultura no depende de instituciones ni, mucho menos, de burócratas.
Uno de los problemas más graves de la capital del Estado pasa inadvertido tanto para autoridades como para ciudadanos. Son pequeñas faltas que, quien las comete, solo mira a otro lado; son faltas pequeñas, que las autoridades ignoran. Pero la suma de esas pequeñas faltas crean un gran y grave problema, que trasciende más allá de lo que imaginamos. Me refiero a la falta de una auténtica cultura vial.
No solo es cuestión de pequeñas infracciones de tránsito que a diario cometemos. Los conductores que no respetan las señales de los semáforos o los que se estacionan en doble fila; de agentes de tránsito interesados más en quitar placas y los transeúntes que cruzan las calles no en las esquinas, sino a mitad de la calle.
Es el camionero que detiene abruptamente el vehículo en lugares prohibidos para subir pasaje y son los mismos pasajeros quienes hacen las paradas en lugares indebidos; es el taxista que no deja pasar para que una persona se baje justo a la puerta de su casa.
También es la señora y el señor que conducen y hablar por celular; de jóvenes que no saben que las luces direccionales no solo es advertir a otros conductores, sino también para que el transeúnte pueda cruzar sin temor a ser arrollado.
Es el agente de tránsito que permite a los conductores estacionarse “unos segundos” en lugares prohibidos; el conductor o conductora que se estaciona en lugares asignados solo para discapacitados. Es el motociclista que arriesga su vida y la de otros manejando imprudentemente. Son los conductores que a la menor provocación tocan el claxon.
También el grupo de vecinos que, sin entablar ninguna petición previa, cierran las vialidades para protestar sin importar el daño que provoca a otras personas, no al gobierno. Son los conductores de autobuses que juegan a “las carreritas” para subir más pasaje; son los guaruras que obstruyen el paso proteger al funcionario público.
Es tan cotidiano este fenómeno que nos parece normal, pero en realidad provoca una molestia generalizada que desemboca en neurosis colectiva. De plano, ya no se puede vivir en Oaxaca. Gracias.
La inmovilidad parece ser el signo de los nuevos tiempos políticos en Oaxaca. En la calle, platicando con la gente, advierto cierta desilusión y frustración. Es posible que una gran mayoría de quienes apoyaron al ahora gobernador en su campaña se crearon demasiadas expectativas. Al menos en materia cultural esto es una realidad. No entiendo por qué a pesar de haber sido ratificado en su cargo en la secretaría de cultura, su titular no ha realizado ninguna actividad trascendente. Se supone que ya estuvo seis años y tiene experiencia, lo que no ocurre con el resto del gabinete gabinista. Aún así, no se ha anunciado nada importante. ¿De qué sirve la experiencia, si se va a seguir la inercia de la nueva administración?
No tengo nada en particular con el nuevo gobierno, siento en todo caso que a la inexperiencia se añade la ineptitud. Se, de antemano, que tienen buenos propósitos, sin embargo éstos no bastan para hacer realidad el sueño de muchos oaxaqueños: paz, progreso, empleo. Pero tampoco seamos exigentes. Démosle más tiempo. Por lo que respecta en mi caso, brindo el beneficio de la duda. Gracias.
*Algunas columnas radiofònicas emitidas por radio Oro de Oaxaca entre enero y junio del presente año
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