domingo, 26 de junio de 2011

Chu Rasgado: entre el mito y la leyenda

De Chu Rasgado circulan decenas, acaso más de un centenar de anécdotas, algunas ciertas pero exageradas, otras intensas pero improbables, también apócrifas pero con visos de verisimilitud, la mayoría inverificables y, a un tiempo, que retratan, así sea fragmentariamente, al artista istmeño que a su pesar se consagró. Como dice el autor de este esbozo biográfico, la historia de Chu Rasgado está por escribirse.


La biografía de un bohemio es leyenda; la del artista, mito. Vida y obra de Jesús Rasgado oscilan entre mito y leyenda. Los pocos, breves datos biográficos del artista istmeño refuerzan y incrementan una imagen que lo enaltece y lo reinventa en la imaginería popular. El errante sedentarismo del artista nacido en Ixtaltepec el 17 de enero de 1907 le confirió una aureola epopéyica entre sus paisanos y, principalmente, entre los mixes, donde entregó sus conocimientos musicales formando y consolidando bandas y grupos musicales.
Hijo de una indígena zapoteca, doña Mónica Rasgado y de español, Cayetano Irigoyen, Jesús Rasgado muestra sus dotes musicales desde muy joven. En su sangre, pues, se funden dos culturas. Acaso por el temprano abandono de su padre, Jesús omite su apellido paterno y desde su niñez es conocido como Jesús Rasgado, más propiamente, Jesús Chu Rasgado.
Refiere el profesor Ángel Martínez Matus, autor de la breve biografía contenida en la publicación Canciones de Jesús Chu Rasgado editada por Guchachi´ Reza A. C. en 1984, que debido a disturbios políticos durante la Revolución, su madre y él salieron de Ixtaltepec para instalarse en Santo Domingo Petapa, comunidad que Chu Rasgado adoptó como propia y de la que prefería no salir, excepto para incursionar en la región Mixe y en otros lugares más del Istmo, siempre a insistencia de sus conocidos.
Entró a la escuela a los ocho años y solo terminó el segundo año de instrucción primaria. Salió de la escuela por falta de recursos, pues su padre adoptivo murió y tuvo que ayudar para el mantenimiento de su hogar.
Martínez Matus –quien lo conoció– nos informa que "conforme iba creciendo (…) hacía con ayuda de un utensilio una cajita de madera, flautas de carrizo o de higuerilla y cuernos, sencillos instrumentos que tocaba frecuentemente entonando una canción". Dice, además que Rasgado aprendía una melodía con solo escucharla una vez o dos a lo sumo. En una ocasión "un señor le regaló un cilindro de boca y con él hacía maravillas ejecutando piezas de moda, así como sones regionales".
En Santo Domingo Petapa la gente decía: "Ese niño con el tiempo tendrá que ser un buen músico". El pronóstico, como se sabe, se cumplió.
Mientras los chiquillos de su edad asistían a las tradicionales fiestas para jugar y corretear, el niño Chu observaba atento la ejecución de los músicos. Observando aprendió. Los primeros instrumentos que tocó fueron la tambora y los platillos.
Esto le dio oportunidad de formar parte de la banda de su pueblo adoptivo, donde aprendió a tocar solfeo, y más tarde llegó a ser director de la misma. A los 15 años hizo su primera composición, Naila, que se convirtió en éxito regional. A partir de entonces su fama creció. Directores de bandas de la región acudían a comprar piezas musicales de su inspiración.
Fue por la obstinación de sus amigos que Chu Rasgado emprendió giras por diversos pueblos de la región. Refiere el cronista que el artista ixtaltepecano asistía de incógnito y cuando era reconocido negaba ser él. Fuertes raíces lo impelían a regresaba siempre a Santa Domingo Petapa.
En su peregrinaje artístico conoció la región mixe, en donde durante 15 años formó y dirigió bandas en Totontepec, Juquila, Yalalag, Zacatepec, Izcuintepec, Tutla, Santa Catarina, Mazatlán, Camotlán y Cacalotepec. Chu Rasgado llegó a compenetrarse en el alma y la cultura mixes, acaso más que la de su propia raza, la zapoteca. Eso se demuestra por su permanente interés y defensa de esos pueblos serranos.
A Martínez Matus confió en alguna ocasión: "Profesor, usted que me conoce y sabe de mi trabajo, lo que he hecho en la región mixe, no habrá otro que lo haga". En ese sentido la contribución de Rasgado a la formación de los extraordinarios músicos mixes está por dilucidarse.
Casó con Elodia Sosa Celaya, originaria de Petapa y a su casamiento asistieron bandas de la región istmeña, pero principalmente músicos del Zempoaltepec. En alguna ocasión, cuando retornaba al hogar porque su madre había enfermado, bajo un cielo estrellado, Chu Rasgado compuso La misma noche, otra melodía de mucho éxito en la región y que llegó a obtener el séptimo lugar en un concurso radiofónico, acaso organizado por la W. El primer lugar lo ocupó Palabras de mujer, de Agustín Lara. Publicado en un cancionero, la canción se dio a conocer nacionalmente.
Rasgado no solo compuso boleros, sino también incursionó en otros géneros musicales, tales como polka, tangos, sones, fox-trot, así como una obertura, Tempestad; no obstante es difícil determinar su corpus melódico porque se sabe que consta de arreglos de canciones y música popular para bandas de viento que está dispersa.
De Jesús Chu Rasgado se cuentan cientos de anécdotas, acaso muchas de ellas apócrifas o exageradas, otras inventadas y las más sin manera de comprobar; sus exégetas han creado un personaje detrás de una personalidad cautivante, generosa, sumamente humilde. Por ello no es de extrañar lo que muchos dicen de él: Que gustaba tomar. ¿Cómo entender a un creador sin una buena dosis de bohemia? El artista es receptáculo de la inspiración divina y el alcohol es la vía de comunicación. Todo exceso es sólo una forma de creación, acaso la más pura y sublime, la que lleva al artista del paraíso al infierno. De ahí, entonces, el carácter atormentado de muchas de las letras de sus canciones.
Jesús Chu Rasgado sabía que habría de morir joven, en plena madurez creativa. Una semana antes de su muerte compuso Cruel destino, dedicada a su esposa. La letra anuncia su despedida:

…me duele el alma ausentarme de ti,
pero el destino inhumano me anuncia
temprano que debo partir

El compositor ixtepejano muere en San Guichicovi el 28 de septiembre de 1948 "a consecuencia de una congestión cerebral". Un imponente cortejo fúnebre lo acompaña a su última morada, en el panteón de Petapa. Definitivamente, la biografía de Jesús Chu Rasgado está por escribirse.

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