sábado, 25 de junio de 2011

Casas olvidadas de ilustres oaxaqueños II/II

La casa del olvido

Acaso esos olvidos pueden ser justificados ¿pero olvidar la casa donde nació hace más 100 años el más importante pintor mexicano? Es probable que los artistas, así como los grandes hombres de la historia les pareciera banal el hecho de ser recordados con monumentos, nombres de calles o cualquier otro tipo de homenaje de este tipo.
Mas no se trata de lo que quieran éstos, sino de una elemental cultura cívica, de un reconocimiento a los logros culturales, científicos, humanísticos de quienes sobresalieron en sus respectivas ramas de conocimiento. Recordarlos como ejemplo, como modelo a las generaciones venideras.
Andrés Portillo, en su monumental obra El Centenario de la Independencia, al hacer una historia de las calles de Oaxaca nos informa acerca de las casas habitadas por los entonces ilustres oaxaqueños de la inmediata generación precedente, además de la ya conocida casa de Salanueva. Una escuela lleva el nombre de este connotado oaxaqueño: ¿Dónde vivió?
Carlos María de Bustamante, historiador, diputado del primer congreso independiente y periodista vivió den la casa número 10 de la segunda calle de San Francisco.
El historiador, Juan Bautista Carriedo, autor de Estudios Históricos y Estadísticos del Estado Oaxaqueño, vivió en la casa número 1 de la calle Miguel Cabrera, otro ilustre pintor indígena del Virreinato cuya casa tampoco tenemos noticias.
Otro insigne historiador, el padre José Antonio Gay vivió en la casa contigua al templo conocido ahora como de los Siete Príncipes, en el número 13 de la calle González Ortega.
En el número 42 de Independencia, vivió Matías Romero, insigne internacionalista y promotor de la doctrina que lleva su nombre, fue ministro de Relaciones Exteriores.
En la casa número 5 de la calle del Sagrario (¿Fiallo?) vivió José Alvarez, “sabio jurisculto que se distinguió por su talento, su carácter fogoso, y más todavía por sus ideas avanzadas cuando tomó participio en las convulsiones políticas que presenció”. Fue también poeta.
Alguna enfermedad provocó “una triste dolencia mental” que lo mantuvo segregado de la sociedad algunos años más.
En esa misma casa habitó hacia 1850 Juan N. Bolaños “médico famoso, político sagaz y hombre de ciencia”. Fue diputado, periodista, director del Hospital y del Instituto del Estado. Fue reconocido internacionalmente como poeta.
En la tercera calle de Benito Juárez, en la casa número 17 se asentó un colegio fundado por el clero secular de Oaxaca que se llamó San Bartolo, convertido en cuartel –por lo que se le conoció primero como calle del Cuartel– y a mediados del siglo XIX ocupado por las tropas de Antonio de León, por lo que se le conoció como “Cuartel del León”.
En ese mismo lugar murió el 14 de junio de 1880, el poeta José Blas Santaella, nacido el 2 de febrero de 1832.
En la casa número 42 de la quinta calle de Progreso, vivió el poeta reconocido en España, José María Cortés.
En la segunda calle de 5 de Mayo, (antes de Vega), en el número 5 habitó José Joaquín Guerrero, “uno de los primeros gobernantes” de la era republicana. En esa misma casa vivió Manuel Dublán, “deudo próximo” de Juárez, quien fue “estadista, jurisculto, director del Instituto de Ciencias, diputado al Congreso de la Unión y Ministro de Hacienda.”
En el número 13 de la misma calle, habitó Fidencio Hernández, jefe de la Guardia Nacional de la Sierra Juárez y amigo de Díaz. En el número ocho, Pedro de Vega, por quien inicialmente pusieron de nombre esa calle, en reconocimiento de su generosidad y beneficencia.
En la casa 5 ½ de la segunda calle de Libertad (después García Vigil) vivió el general Gregorio N. Chávez, gobernador del estado.
En la casa número 4 de la primera de Murguía, vivió el primer gobernador de la época independiente, José María Murguía y Galardi, por lo que lleva su nombre la mencionada calle. Esa misma casa fue habitada por Agustín Canseco, quien fuera gobernador del Estado.
En la casa número 36 de la sexta calle de Independencia vivieron, en épocas diferentes, los gobernadores de Oaxaca, Antonio de León (1840), José María Cobos (1860) y José Pablo Franco (1865).
En el número marcado 12 de la segunda de Guerrero, vivió Marcos Pérez, quien diputado y director del Instituto de Ciencias; en esa misma calle, en el número 8, habitó el insurgente Luis Mier y Terán.


Otras omisiones

No sólo con oaxaqueños se hizo Oaxaca. En nuestra entidad han confluido personajes que de una u otra manera han contribuido en su desarrollo, o bien la conocieron y la habitaron.
Ya el mismo Portillo nos informa que en la casa número 54 de la novena calle de Independencia habitó el “Obispo impartibus”, Francisco García Cantarines, aunque no oriundo de Oaxaca vivió muchos años en la ciudad; fue presidente del Primer Congreso nacional después de consumada la Independencia y director del Instituto del Estado. Esa misma casa fue remodelada por el que fuera gobernador a mediados de la década de los años 30, Constantino Chapital.
Un artista que vivió en Oaxaca fue el escritor inglés D. H. Lawrence. Junto con su esposa Frieda, habitaron la casa número 43 (hoy 600) de la calle Pino Suárez, a una cuadra del templo del Patrocinio. En el hotel Francia se hospedaron aparte del anterior autor, otros dos escritores ingleses: Aldus Huxley y Malcolm Lowry. Por supuesto no hay placa que lo recuerde.
El músico Eduardo Mata llegó muy joven a Oaxaca. La familia Mata arribó a la ciudad en marzo de 1947 y aunque vivieron en una casa de la Colonia Nueva (hoy Reforma), a insistencia de su madre se mudaron a la casa 12, altos, de la calle 5 de Mayo.

Las casas de Juárez

En el centenario del natalicio de Benito Juárez, el gobernador de Oaxaca Emilio Pimentel adquirió la casa número 3 de la primera calle de Sánchez Pascuas, antes calle de la Concha. Esta casa fue propiedad de Antonio Salanueva, protector del imberbe Juárez a su llegada de Guelatao.
El 21 de marzo de 1906 se llevó a cabo la ceremonia. La casa, según Portillo, permanecía prácticamente igual que cuando arribó Júarez.
Las autoridades colocaron una placa con la siguiente leyenda:
“Esta casa dio abrigo al Benemérito de América, Benito Juárez cuando salió de Guelatao para educarse al lado del padre Salanueva. 1818-1826”.
El mismo Portillo nos informa de la casa que habitó Juárez cuando fue gobernador del Estado. Era el número 8 de la primera calle de 5 de Mayo, que fuera ocupada por Pedro de Vega, un conocido benefactor –como lo fue Fernández Fiallo–, y por el cual inicialmente se llamó así dicha calle.

La casa de Morelos

A finales del siglo XIX, el gobernador Martín González invitó a la Junta Patriótica para colocar placas conmemorativas en las casas que habitaron José María y Morelos y Manuel Fernández Fiallo.
El primero habitó una casa de la primera calle de Trujano, aunque Portillo no precisa el número del inmueble. Sería interesante saber exactamente cual fue su domicilio después de la toma de la ciudad de Oaxaca.

La casa de la traición

En la casa que alguna vez vivió la familia Fagoaga se consumó una de las más recordadas traiciones de nuestra historia patria. En el inmueble marcado con el número 37 de la sexta cale de la avenida Independencia pagaron al genovés Francisco Picaluga 20 mil pesos oro por apresar a Vicente Guerrero. Eso ocurrió durante el periodo presidencial de Anastacio Bustamante y se dice que fue este último quien hizo el ofrecimiento a través de interpósita persona.
Esta casa fue primera Colegio de Niñas y perteneció posteriormente a la familia Fagoaga. En el siglo XIX, su entonces propietario Joaquín Vasconcelos la vendió al Obispo Márquez quien a su vez la vendió a su sucesor, en 1888, Eulogio Guillow quien la remodeló. La casa fue el Arzobispado por largo tiempo.

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