viernes, 8 de julio de 2011

Tomasín

El bar emblemático de Tomás Bravo Ramírez es el Tomasín, en la calle Cosijopí. Ha sufrido constantes cambios y ampliaciones que lo han convertido como uno de los favoritos de los degustadores de buenas bebidas, e incluso de quienes solo desean pasar un momento divertido en compañía de sus amistades.
Tomasín fue el bar que dio inicio a lo que ahora es un grupo empresarial sólido y en crecimiento: Tomás-Inn. El resto de los lugares que nacieron a la sombra de Tomasín y que ahora están plenamente desarrollados son: El pescador, en Miguel Cabrera; Los ahijados, en Hidalgo y Pino Suárez; El Paseo, frente a El Llano, El punto en la colonia Reforma y La Bartola en Plaza del Valle.
Cada uno de estos lugares tiene una ambientación y personalidad propia con dos características distintivas: buen servicio y excelentes botanas.
Tomás, a pesar del éxito en sus empresas, continúa recorriendo los bares para que el servicio no decaiga pero lo más sorprendente es que el trato de él sigue siendo el mismo de siempre. No hay ostentación ni, mucho menos, falsa modestia.
Tomás Bravo Ramírez es originario de Santiago del Río, Silacayoapan en la Mixteca oaxaqueña. Desde temprana edad entró a trabajar al bar Carta Blanca que hoy conocemos como Bar Jardín ubicado en la Plaza de Armas o zócalo.
De chalán, como decimos en México, llegó a ser cantinero bajo la tutela de Rafael El Calaca (hay apodos que sustituyen a los apellidos). Por su desempeño, poco a poco fue reconocido por la clientela. Años después, cuando Crescencio Escobar adquiere la cantina La Farola invita a Tomás como cantinero.
La clientela del ya entonces Bar Jardín pasó a La Farola. No pasó mucho tiempo para que Tomás Bravo rentara un lugar y creara su propia cantina que ostenta el nombre con el que lo conocieron cuando era pequeño. Lo demás es historia.

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