Una tradición sin raigambre
Hace cerca de quince años empezó a gestarse la idea de hacer una feria del mezcal. En aquel entonces empezaba a conocerse más el mezcal a nivel nacional, aunque era incipiente su conocimiento. Un antecedente serio y académico de la bebida lo organizó la Universidad José Vasconcelos con su Semana Cultural del Mezcal que, recuerde, duró por lo menos cinco años.
En esta Semana Cultural del Mezcal se llevaban a cabo conferencias, presentaciones de libros y hubo degustaciones de mezcal. Fue un gran esfuerzo que, por desgracia, no continuó y cuyo aporte también fue desperdiciado por los organizadores de la Feria del Mezcal.
Entiendo que los primeros años en que se instituyó la Feria fueron de experimentación, de tanteos y también de desencuentros e imposiciones. Esto es natural porque tanto productores como embotelladores tienen concepciones distintas respecto a esta bebida. Cuando me refiero a experimentación y tanteos quiero decir que, como todo inicio, había mucho que aprender. Era inédita la experiencia. Con todo, deficiencias y aciertos, se llevó a cabo la Primera Feria del Mezcal. No puedo dejar de reconocer la entrega y dedicación de los organizadores de aquella época, en especial de mi amigo ya fallecido Crescencio Escobar.
Y cuando me refiero a desencuentros quiero decir que el gobierno del estado, particularmente la Secretaría de Economía, privilegió la visión de los embotelladores que, a final de cuentas, son quienes comercializan la bebida, independientemente si ésta es de calidad. A eso me refiero cuando hablo de imposiciones.
Esta concepción se ha mantenido hasta la fecha. En 14 años tal visión no ha cambiado y el mercado sí lo ha hecho. Ahora los consumidores son más exigentes y no se dejan sorprender por cualquier marca de mezcal. Pero muchos embotelladores apuestan a la curiosidad de los turistas. La competencia en la feria del Mezcal es interesante. Venden un producto regular (en ocasiones algún productor tradicional se arriesga a instalar un stand y ofrece un mezcal excelente) a un precio más o menos accesible.
Pero tengo que decirlo: no todos los mezcales que se expenden en dicha Feria son de calidad. Son potables, no cabe duda, pero no son degustables. Si me preguntasen qué calificación daría –promediando las veces a las que he asistido a la Feria- diría que apenas y pasan con un 7.
Por otra parte, los embotelladores de mezcales finos, no encuentran en la Feria un mercado adecuado para su producto. En principio porque los precios de sus botellas son, en la mayoría de las ocasiones, elevados. Recordemos que los visitantes a esa Feria son turistas principalmente nacionales. No asiste lo que llaman Gran Turismo.
El formato de la Feria del Mezcal, como ya he dicho, se conserva casi igual que desde sus inicios. Quizás ahora un tanto más elaborado pero en esencia el mismo. Para los organizadores el tiempo no pasa y visto en perspectiva, la Feria se ha anclado al pasado. Es increíble que conserven el mismo formato y no adopten y adapten recursos que otras ferias de vinos y licores realizan anualmente.
Por desgracia en la Feria solo se ve una cara del mezcal y es fundamentalmente el aspecto comercial. Se ha dejado de lado cuestiones culturales, de producción, de coctelería, de degustaciones, de capacitación, etcétera. No hay eventos alternos que refuercen y potencien la Feria. En ocasiones anteriores, la Feria se convertía en una gran cantina y eso demeritaba al mezcal mismo.
Según leí en la prensa esta XIV edición de la Feria se llevará a cabo en una superficie de ocho mil 900 metros cuadrados en el paseo Juárez, más conocido como El Llano. Según uno de los organizadores “ofertará además de la bebida espirituosa, exposiciones culturales de fotografía y artes plásticas”. Asimismo afirma “que se promueve un montaje con el tema de mezcal, para lo cual ya se han convocado a oaxaqueños talentosos”. Evidentemente, no soy un oaxaqueño talentoso, de lo contrario me hubiesen invitado.
Esperemos que en esta edición, la Feria realmente sea diferente o por lo menos más interesante. Me parece que uno de las cuestiones centrales que debiera tener la Feria es la de educar al consumidor para que aprenda a distinguir las diferentes tonalidades sápidas del mezcal y, además, de que los propios oaxaqueños conozcan todo el proceso del mezcal.
Aún cuando se han anunciado estos nuevos elementos dentro de la Feria, la verdad es que no creo que sea diferente a otras ocasiones. Lo digo por lo siguiente: en Oaxaca aún no tenemos un Museo del Mezcal, cuando esa bebida es emblemática de la entidad. Así es el criterio de los grandes productores de mezcal y también de las diferentes autoridades estatales que, dicho sea de paso, desconocen lo relacionado al mezcal.
A estas alturas, es decir en la decimocuarta edición de la Feria, esta debiera ser ya una tradición, sin embargo solo es un escaparate para venta de mezcales y nada más.
٭Publicada en el número 137 (julio, 2011) de la revista En Marcha editada en Oaxaca
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