martes, 8 de mayo de 2012

Wiese: Donde lo evidente no es verdad



 El próximo jueves 17 de mayo, la pintora Siegrid Wiese inaugurará la exposición Evidencialismo en Casa del Poeta. Álvaro Obregón 7, Colonia Roma, México D. F. a partir de las 19 horas. Este es el texto que acompaña la obra.



La mirada del ser humano se extasía ante un mundo que muda constantemente: cambia todo sin tregua, transformándose de una apariencia a otra. Como en un río sin principio ni final, la forma de las cosas y los seres vivientes evoluciona. Toda imagen es errante, trásfuga de su propia sustancia; trashumante, el hombre se precipita al caos de su propia existencia donde nada es seguro, todo es volátil, inasible.
Para Ovidio el cuerpo es mero accidente, por tanto efímero y la forma es esencia, permanente. El cuerpo es pasajero; la forma, la esencia es durable, incorruptible.
Es el ojo del artista quien fija el instante, quien eterniza lo mudable y momentáneo, convirtiéndolo en referente, en esencia, en forma aprehensible y cognoscible, pero fundamentalmente en poesía, siempre y cuando conduzca al arte, de lo contrario está condenada a lo previsible: su extinción.
El rostro, es decir lo accidental, cambia, se transfigura no solo con el paso del tiempo sino también por las emociones, contenidas y manifiestas, que se reflejan con tan solo contemplarlo de reojo. Los sentimientos exteriorizan el tumulto de sensaciones y emociones del ser atrapado en su cuerpo, por ello los rostros develan el ser interno que habita, solo y desolado, el cuerpo que ansía llegar a forma pero que se aniquila sin cesar.
De ahí que las máscaras jueguen un papel importante en todo ritual humano, sacro o profano, puesto que detiene o enfatiza una expresión o su ausencia; antropomorfiza gestos animales o fantásticos: expande la mirada que irradia a todos lados, en todos sentidos.
En Evidensialismo de Siegrid Wiese lo evidente no es lo que parece. En el recorrido de su obra la forma humana es la que prevalece, con especial atención al rostro. Retratos que muestran el conflicto interno en que se debaten los protagonistas y sus acompañantes. Solos o acompañados, los personajes de la pintora oaxaqueña nos perturban, nos conturban como espectadores.
Hay un elemento común en estos retratos: nos inquietan, nos incomodan porque a final de cuentas, y eso se hace evidente al término del recorrido, que esos personajes somos nosotros mismos, desdoblados, enmarañados, agazapados en nuestra conciencia, en el fondo de nuestro ser del que no queremos hurgar porque implica hacer patente lo evidente.
Vidente, Wiese, nos descubre lo que está oculto y nos descubre como seres humanos múltiples, interiorizados, descorazonados y, sin embargo, con un hálito de esperanza a pesar de paisajes brumosos, diríase que dantescos, que rodea sus creaciones.
En Evidensialismo Wiese no solo se muestra como una artista desenvuelta, conocedora de su oficio sino también con un discurso propio que se desliga del común de los artistas plásticos oaxaqueños: el amaneramiento folcloroide, sin compromiso ni con la pintura ni con el espectador.
Evidensialismo es, asimismo, el advenimiento de una forma diferente de hacer pintura en Oaxaca, el principio de un rompimiento largamente anunciado y siempre pospuesto pues la fórmula tan chabacana, decorativista y pretendidamente indigenista se ha agotado; fórmula explotada hasta la saciedad por galerías y alabada y avalada por supuestos críticos de arte que medran de la ingenuidad del marchante y de la perversidad del comerciante.  
Evidencialismo se anuncia, en esta exposición, como el inicio de reconstruir el pasado reciente de la pintura oaxaqueña o hecha en Oaxaca que se ha ocultado por la vorágine de la mascarada llamada escuela oaxaqueña de pintura; evidencialismo bien podría llamarse a la nueva tendencia de la pintura oaxaqueña… está por verse o admirarse.

Ulises Torrentera

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