El próximo jueves 17 de mayo, la pintora Siegrid Wiese inaugurará la exposición Evidencialismo en Casa del Poeta. Álvaro Obregón 7, Colonia Roma, México D. F. a partir de las 19 horas. Este es el texto que acompaña la obra.
La
mirada del ser humano se extasía ante un mundo que muda constantemente: cambia
todo sin tregua, transformándose de una apariencia a otra. Como en un río sin
principio ni final, la forma de las cosas y los seres vivientes evoluciona.
Toda imagen es errante, trásfuga de su propia sustancia; trashumante, el hombre
se precipita al caos de su propia existencia donde nada es seguro, todo es
volátil, inasible.
Para
Ovidio el cuerpo es mero accidente, por tanto efímero y la forma es esencia,
permanente. El cuerpo es pasajero; la forma, la esencia es durable,
incorruptible.
Es
el ojo del artista quien fija el instante, quien eterniza lo mudable y
momentáneo, convirtiéndolo en referente, en esencia, en forma aprehensible y
cognoscible, pero fundamentalmente en poesía, siempre y cuando conduzca al arte,
de lo contrario está condenada a lo previsible: su extinción.
El
rostro, es decir lo accidental, cambia, se transfigura no solo con el paso del
tiempo sino también por las emociones, contenidas y manifiestas, que se
reflejan con tan solo contemplarlo de reojo. Los sentimientos exteriorizan el
tumulto de sensaciones y emociones del ser atrapado en su cuerpo, por ello los
rostros develan el ser interno que habita, solo y desolado, el cuerpo que ansía
llegar a forma pero que se aniquila sin cesar.
De
ahí que las máscaras jueguen un papel importante en todo ritual humano, sacro o
profano, puesto que detiene o enfatiza una expresión o su ausencia; antropomorfiza
gestos animales o fantásticos: expande la mirada que irradia a todos lados, en
todos sentidos.
En
Evidensialismo de Siegrid Wiese lo
evidente no es lo que parece. En el recorrido de su obra la forma humana es la
que prevalece, con especial atención al rostro. Retratos que muestran el
conflicto interno en que se debaten los protagonistas y sus acompañantes. Solos
o acompañados, los personajes de la pintora oaxaqueña nos perturban, nos
conturban como espectadores.
Hay
un elemento común en estos retratos: nos inquietan, nos incomodan porque a
final de cuentas, y eso se hace evidente al término del recorrido, que esos
personajes somos nosotros mismos, desdoblados, enmarañados, agazapados en
nuestra conciencia, en el fondo de nuestro ser del que no queremos hurgar
porque implica hacer patente lo evidente.
Vidente,
Wiese, nos descubre lo que está oculto y nos descubre como seres humanos
múltiples, interiorizados, descorazonados y, sin embargo, con un hálito de
esperanza a pesar de paisajes brumosos, diríase que dantescos, que rodea sus
creaciones.
En
Evidensialismo Wiese no solo se
muestra como una artista desenvuelta, conocedora de su oficio sino también con
un discurso propio que se desliga del común de los artistas plásticos oaxaqueños:
el amaneramiento folcloroide, sin compromiso ni con la pintura ni con el
espectador.
Evidensialismo es, asimismo, el advenimiento de una forma diferente de
hacer pintura en Oaxaca, el principio de un rompimiento largamente anunciado y
siempre pospuesto pues la fórmula tan chabacana, decorativista y
pretendidamente indigenista se ha agotado; fórmula explotada hasta la saciedad
por galerías y alabada y avalada por supuestos críticos de arte que medran de
la ingenuidad del marchante y de la perversidad del comerciante.
Evidencialismo se anuncia, en esta exposición, como el inicio de
reconstruir el pasado reciente de la pintura oaxaqueña o hecha en Oaxaca que se
ha ocultado por la vorágine de la mascarada llamada escuela oaxaqueña de
pintura; evidencialismo bien podría
llamarse a la nueva tendencia de la pintura oaxaqueña… está por verse o
admirarse.
Ulises Torrentera
No hay comentarios:
Publicar un comentario