miércoles, 23 de mayo de 2012

Mezcalaria


Sergio González Rodríguez*

El éxito del tequila como bebida de consumo en el mundo, ha llevado a soslayar la importancia de la cultura del mezcal lo mismo fuera que dentro de México. Como parte de una tarea reivindicativa de esta cultura que se centra en Oaxaca y de allá irradia a otras latitudes, aparece ahora el libro de Ulises Torrentera titulado Mezcalaria, que difunde Farolito Ediciones y cuyo nombre viene de la célebre cantina de la novela Bajo el volcán de Malcolm Lowry.

Mezcalaria constituye un compendio informado y ameno sobre el tema. De hecho se puede leer como una historia del mezcal y reúne sabes históricos, antropológicos y culturales. Su valor resulta equiparable a la monografía que años atrás logró acerca de El pulque Raúl Guerrero (Joaquín Mortiz/INAH, 1985).

Ulises Torrentera no solo recupera las fuentes testimoniales y bibliográficas pertinentes, sino que formula un marco de entendimiento múltiple acerca del mezcal. Su enfoque surge de lo que denomina “cultura ébrica”, que participaría, por una parte, de la llegada del vino0 a América y, por otra, de la continuidad del ritual en torno al pulque entre los indígenas. Como producto del mestizaje, la cultura ébrica representaría, debido a su origen y desarrollo durante la Colonia, una forma de resistencia a la conquista real y espiritual de los españoles.

“Algo pone de manifiesto la historia del mezcal”, escribe el escritor y también periodista, “es que transversa otras historias, la del mestizaje y la del sincretismo. A pesar de la generalizada adopción de costumbres españolas, los ´pueblos indios las modificaron, recordando su pasado. Más aún, relapsos, los pueblos y los individuos idolatraban a sus antiguos dioses, transfigurados a la manera de sus conquistadores”.
Un paso delante de la mayoría de antropólogos e historiadores profesionales, que se limitan a reproducir lo ya visto o leído, Ulises Torrentera busca elaborar una terminología particular para expresar su materia de estudio. Dotado de ingenio y claridad, el “mezcólogo”, que de acuerdo al propio libro es “El que estudia al mezcal desde su historia hasta el proceso de elaboración”, expone los diversos aspectos de la “mezcalotría”.

Mezcalaria, asimismo, está impreso en una bella edición de formato breve que incluye ilustraciones y una bibliohemerografía.

*Publicado en la Revista Ángel Cultural del diario Reforma. Domingo 16 de abril del 2000.

lunes, 14 de mayo de 2012

MEZCABULARIO por Ulises Torrentera

May 11, 2012
Ulises Torrentera. Foto: Siegrid Wiesse.

Cecilia Rios Murrieta
La Niña del Mezcal

Durante mi última y prolongada estancia en Oaxaca, tuve la fortuna de disfrutar al máximo de la vida cotidiana de esta maravillosa ciudad. No hay nada como comenzar el día corriendo por las calles empedradas de la Verde Antequera, mientras sus habitantes apenas despiertan y los artesanos acomodan sus puestos cuidadosamente para recibir a los visitantes pasajeros.
Por las tardes, gustaba de una caminata por el zócalo y ocasionalmente me sentaba en los Portales, sin más compañía que una cerveza bien helada para contemplar a todos los que iban pasando. Pero lo que más me agradaba de ser local en la ciudad del Mezcal, eran los ratos que pasaba conociendo más a fondo a los personajes enigmáticos que le han dado vida a esta bebida espirituosa. Personajes como Ulises Torrentera; escritor, bohemio y romántico eterno del mezcal de Oaxaca.
Breve Guía del Mezcal

Quien incursiona al mundo del mezcal, seguramente ha conocido o ha oído hablar de Ulises Torrentera. O tal vez se ha topado con alguna de sus publicaciones, como Mezcalaria o la célebre Breve Guía del Mezcal. Si has escuchado o pronunciado alguna vez la palabra “mezcólatra”, debes saber que pertenece a un conjunto de vocablos característicos al mundo del mezcal que fueron registrados en un catálogo denominado Mezcabulario, cuyo autor es uno de los más fascinantes mezcólatras que he tenido el placer de conocer.
Si alguna vez andas por Oaxaca y estás en busca de una aventura mezcalera, puedes encontrar a Torrentera en su mezcalería In Situ donde, además de aprender más acerca de la cultura del mezcal, podrás disfrutar de la colección de mezcales El Farolito, curada por él mismo.


MEZCABULARIO por Ulises Torrentera
  • Mezcólogo: El que estudia al mezcal, desde su historia hasta el proceso de elaboración.
  • Mezcalómano: Persona afecta y aficionada al mezcal.
  • Mezcóforo: El que porta el mezcal. El que lleva el mezcal en las venas. También se le puede decir así al cantinero o mesero.
  • Mezcólatra: El que conoce la historia, los ritos, los procedimientos de elaboración, las propiedades y gusta y degusta mezcal.
  • Mezcalier: El que degusta mezcales. El término es una combinación de mezcal y sommelier. Evidentemente se contrapone a un término ya acuñado: tequilier.
  • Mezcófilo: Literalmente, el que quiere al mezcal. Es aquel que prefiere al mezcal a otras bebidas pero su conocimiento para probarlo es limitado. Gusta de otras bebidas.
  • Mezcófago: El que, literalmente, traga, no bebe mezcal. Acaso tendrá dos acepciones. Si se dice que el mezcólatra es mezcófago bien podemos decir que bebe en cantidades industriales. También es aquel que bebe por beber, exageradamente.
  • Mezcasiarca: El que preside la mezcalaria. Es la versión mexicana del symposiarca o “jefe de banquete” griego.
  • Mezcalaria: Toda fiesta que presida el mezcal.
  • Mezcanáuta: El que viaja a través del mezcal (cualquier cosa que signifique esto) y no se queda en el viaje.
In Situ Mezcalería

In Situ Mezcalería
Matamoros 206. Centro Histórico, 68000 Oaxaca de Juárez
044 951 116 3230

http://www.laninadelmezcal.com/

jueves, 10 de mayo de 2012

Madre:


La dificultad del amor no radica en expresarlo, sino en trasmitirlo. No en palabras, sino en una mirada, una caricia, incluso el alejamiento. Sentir el amor no requiere de la presencia de uno u otro, sino saber con convencimiento que se es amado. La única certeza que tenemos los humanos es que somos amados por quienes nos dieron la vida; queda de los descendientes honrar ese amor. Y día a día el amor del que estamos constituidos desde la gestación conforma nuestras acciones: fracasos y logros, decepciones y tribulaciones.
En el momento de dificultad no está la imagen de dios o algún santo o una virgen. Están la de los padres, especialmente de la madre. Eso me ocurre a mí. No me preocupa cometer un pecado, una falta, increpar o desavenir mi vida. Me preocupa, sí, que al cometerlo te afecto. Y con gran cinismo se de antemano que estoy absuelto por ti. No quiero el perdón de un dios ni la aceptación de los humanos,  me basta esa infinita mirada de amor que deslizas lentamente hasta acumularse como una piedra luminosa en mi corazón.
Mi corazón es débil y lo protejo con el hielo cerebral. Creo en el desapego como una fórmula para no sucumbir al atroz  hecho de ser humano y estar rodeado de ellos. Incluyo a mi familia. Ser artista es la peor de las maneras para incursionar en este mundo pero sin duda alguna es la mejor forma para trascenderlo.
Amar es difícil, ser amado mucho más porque exige correspondencia que evidentemente no percibes en mí. Y año tras año la supuesta reciedumbre de mi corazón se resquebraja, se quiebra como hojarasca porque finalmente el amor que me trasmites eleva mi espíritu que solo quiere que cada uno de mis actos sean justos pero más allá de ello, que te sientas honrada de tener un hijo que si bien errátil y disperso, algo aportará al mundo que desprecia.
Ulises

martes, 8 de mayo de 2012

Wiese: Donde lo evidente no es verdad



 El próximo jueves 17 de mayo, la pintora Siegrid Wiese inaugurará la exposición Evidencialismo en Casa del Poeta. Álvaro Obregón 7, Colonia Roma, México D. F. a partir de las 19 horas. Este es el texto que acompaña la obra.



La mirada del ser humano se extasía ante un mundo que muda constantemente: cambia todo sin tregua, transformándose de una apariencia a otra. Como en un río sin principio ni final, la forma de las cosas y los seres vivientes evoluciona. Toda imagen es errante, trásfuga de su propia sustancia; trashumante, el hombre se precipita al caos de su propia existencia donde nada es seguro, todo es volátil, inasible.
Para Ovidio el cuerpo es mero accidente, por tanto efímero y la forma es esencia, permanente. El cuerpo es pasajero; la forma, la esencia es durable, incorruptible.
Es el ojo del artista quien fija el instante, quien eterniza lo mudable y momentáneo, convirtiéndolo en referente, en esencia, en forma aprehensible y cognoscible, pero fundamentalmente en poesía, siempre y cuando conduzca al arte, de lo contrario está condenada a lo previsible: su extinción.
El rostro, es decir lo accidental, cambia, se transfigura no solo con el paso del tiempo sino también por las emociones, contenidas y manifiestas, que se reflejan con tan solo contemplarlo de reojo. Los sentimientos exteriorizan el tumulto de sensaciones y emociones del ser atrapado en su cuerpo, por ello los rostros develan el ser interno que habita, solo y desolado, el cuerpo que ansía llegar a forma pero que se aniquila sin cesar.
De ahí que las máscaras jueguen un papel importante en todo ritual humano, sacro o profano, puesto que detiene o enfatiza una expresión o su ausencia; antropomorfiza gestos animales o fantásticos: expande la mirada que irradia a todos lados, en todos sentidos.
En Evidensialismo de Siegrid Wiese lo evidente no es lo que parece. En el recorrido de su obra la forma humana es la que prevalece, con especial atención al rostro. Retratos que muestran el conflicto interno en que se debaten los protagonistas y sus acompañantes. Solos o acompañados, los personajes de la pintora oaxaqueña nos perturban, nos conturban como espectadores.
Hay un elemento común en estos retratos: nos inquietan, nos incomodan porque a final de cuentas, y eso se hace evidente al término del recorrido, que esos personajes somos nosotros mismos, desdoblados, enmarañados, agazapados en nuestra conciencia, en el fondo de nuestro ser del que no queremos hurgar porque implica hacer patente lo evidente.
Vidente, Wiese, nos descubre lo que está oculto y nos descubre como seres humanos múltiples, interiorizados, descorazonados y, sin embargo, con un hálito de esperanza a pesar de paisajes brumosos, diríase que dantescos, que rodea sus creaciones.
En Evidensialismo Wiese no solo se muestra como una artista desenvuelta, conocedora de su oficio sino también con un discurso propio que se desliga del común de los artistas plásticos oaxaqueños: el amaneramiento folcloroide, sin compromiso ni con la pintura ni con el espectador.
Evidensialismo es, asimismo, el advenimiento de una forma diferente de hacer pintura en Oaxaca, el principio de un rompimiento largamente anunciado y siempre pospuesto pues la fórmula tan chabacana, decorativista y pretendidamente indigenista se ha agotado; fórmula explotada hasta la saciedad por galerías y alabada y avalada por supuestos críticos de arte que medran de la ingenuidad del marchante y de la perversidad del comerciante.  
Evidencialismo se anuncia, en esta exposición, como el inicio de reconstruir el pasado reciente de la pintura oaxaqueña o hecha en Oaxaca que se ha ocultado por la vorágine de la mascarada llamada escuela oaxaqueña de pintura; evidencialismo bien podría llamarse a la nueva tendencia de la pintura oaxaqueña… está por verse o admirarse.

Ulises Torrentera